Dentro del panorama educativo, se ha oido hablar mucho sobre las diferencias entre la educación diferenciada y la educación mixta, pero, ¿realmente sabemos a que se refiere cada una? ¿o nos dejamos llevar por los extereotipos que oimos en los medios de comunicación?
Estos dos artículos puede que te ayuden a comprender la diferencia:
La expresión coeducación, sinónimo imperfecto de enseñanza mixta o educación mixta (literalmente, la educación que se ofrece conjuntamente a personas que presentan una o más características diferenciadas), suele usarse para referirse a "la educación que se da juntamente a jóvenes de ambos sexos" (Diccionario de la Lengua Española, RAE). El término coeducación, en España,aparece por primera vez a finales del siglo XIX con la Escuela Nueva y defensoras de ésta, como Emilia Pardo Bazán.
En ocasiones se ha pretendido asimilar la coeducación con el concepto de "educación para la igualdad de género", siendo éste último un tipo de educación que considera que alumnos y alumnas deben tener los mismos derechos y oportunidades y que supone: no reconocer el modelo masculino ni el femenino como universales de manera única; corregir estereotipos existentes; actuar intencionadamente contra la discriminación; trabajar las habilidades individuales independientemente del sexo; y proponer un currículo equilibrado dirigido a eliminar diferencias. Según esta acepción este sería un tipo de educación en la que se tiene en cuenta el sexo y se enseña a vivir entre personas de ambos sexos, respetando las diferencias entre ellos.
Por otro lado, la educación diferenciada, es decir, la enseñanza separada de niños y niñas, constituye un modelo pedagógico moderno que está siendo utilizado en los países más desarrollados como herramienta para superar determinados problemas a los que la educación mixta, tras aproximadamente treinta años de experiencia, no ha sido capaz de dar respuesta.
Los beneficios que se desprenden de este modelo educativo son cualitativa y cuantitativamente merecedores de una detallada atención por parte de padres, autoridades y docentes. Académica y personalmente los resultados son, como regla general, óptimos. Y, al contrario de lo que se cree mayoritariamente, provoca un mejor entendimiento y respeto entre sexos opuestos, un ambiente más relajado y agradable entre los alumnos, mayores facilidades para el ejercicio de la docencia, unos resultados académicos espectacularmente mejores que los de las escuelas mixtas, mucha menor conflictividad y violencia, mejora la autoestima de los alumnos, favorece desde un punto de vista realista la verdadera igualdad de oportunidades y da respuesta a las peculiaridades concretas de los alumnos en cuanto personas, niños o niñas, en atención a sus problemáticas específicas.
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